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VENENO

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  U n sarpullido en mis manos no me deja rascar mis ojos nublados de fantasmas habitando mi sangre, negándose a quedar tranquilos. Son como gusanos alimentándose de mi carne débilmente sazonada a través de los años. ¿Qué hacer con mis ojos? Los cierro, pero la picazón de mis pupilas me tienta a seguir observando el alimento que tanto desean. ¿Los gusanos? Escusas de mi mente que no quiere dejar de mentirse en la agonía de la agujereada carne que hierve mi sangre, gritando en el despojo de la palabra que no puedo decir, porque mi lengua se tiñe de lombrices. Veneno que supuran un mal aliento que todo lo asesina, no es ira es el alma que se me retuerce en ganas de rascar esas ampollas en la piel, así la libertad de los gusanos descontamina mis ojos que quieren ver con claridad ¿Qué es lo que deseas ver? me balbucean las manos temblorosas. Ya estas envenenado por gusanos que se empanzan de tu existencia tus entrañas son el pálido reflejo de lo que añoraste de joven, no vale la pena qu...

CICLOS

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El río choca las piedras para dar cause al agua que da forma a la tierra, son los sonidos de la naturaleza que hacen eco en algún lugar de la existencia. No regala desagrados, en saltos aleatorios de nubes me dejo llevar por el vacío de mi mente, que no deja de preguntarse si el agua termina en el mar. O la sed de la tierra la arrebata en enojos de incertidumbres que obligan a las piedras dejar de sonar. Que decir, si me siento seco en medio del río, ¿soy a caso una piedra en el cauce que no quiere sonar? Tengo sed. Ganas de deshacerme en el agua y dejarme ir en un cauce seco de arena que no diga nada. Solo un pulcro silencio que me de la tranquilidad de secarme en el cauce de un plausible sueño de antaño. Y si por esas casualidades abro los ojos llenos de sal, dejaré que el mar me conserve una vez más evaporándome por un sol cansado de verme en el mismo ciclo. Soy una nube blanca y solitaria, me elevo en la nada del cielo para precipitar en lágrimas de desdén hacia un río que da cauc...

INSEGURIDADES

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Nado en una pileta de intestinos. Las tripas de los desconocidos me mantienen a flote en una constante lucha por querer viajar a las profundidades de esas entrañas. Envuelvo mis uñas con piel muerta para evitar tajear la lona que mantiene la forma de esto que desconozco. Y en el temor de que el líquido rebalse acudo a dar pequeños sorbos de nostalgia en una pileta llena de olor a pucho y desesperación. Un viejo atrapa sueños quita la mugre dejada por pesadillas que cada tanto sucumben entre los intestinos, endureciendo pensamientos que ahogan. La transparencia del líquido me deja ver en la profundidad un grupo de árboles que se desojan dando vuelta la página en una mente que se desdobla en consecuencias banales. ¿Qué hago nadando entre tripas ajenas? la quietud me prolonga el hastió que me comienza a provocar mi estadía aquí, contradicción que me hace querer salir a disecarme al sol. Lo intento con la inesperada reacción de ver un corte en mi cuerpo no cualquier corte, este es largo...

RESETEO

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Un bosque de humanos me limitó a contemplar la inmensidad de un ecosistema silenciosamente tóxico. Imperceptible a los movimientos, los cambios me precipitan a la muerte del cerebro. No me entrego a las negociaciones y desesperadamente me reprogramo con un ojo biónico que lee mi mente, la que se abstiene de perder mi último recuerdo humano. El horizonte me deja ver los cuerpos del bosque, amontonados unos sobre otros queriendo rodear al sol que decodifica una existencia  binaria, caduca, desactualizada. No soporto a la carne transustanciarse en algo que la tierra no reconoce, gritos de circuitos que intentan desconectarse de la naturaleza sintética del alma. En este bosque nada nace, todo se produce y ante la mínima desconfiguración se fotosintetizan escusas para seguir ensamblando humanos que carecen de sentido. Detrás del vidrio lo percibo así como te lo cuento, ¿Soy un fallado? o el ave que juega con el regador para distraer a su presa, es una ilusión. ¿Por qué un bosque de hum...

TOILET MENTAL

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Me intriga saber que puedo encontrar detrás de un espejo que se va agrietando con la condensada lágrima que se esconde en mi sonrisa. Solo dejo capturar mis cabellos cargados de caricias, entre los dientes de un resentido peine que revive una y otra vez los recuerdos morbosos de mi piel. Suavizo las grietas del tiempo con nutritivos lamentos envasados en corazones del pasado, que cada tanto laten sin permiso. Sonrío para contemplar la blancura de mis dientes, que mienten sórdidamente sobre el blanqueador que tiembla en mis manos. No son mis manos las que tiemblan. ¿o sí lo son? ¿o sí lo son? ¿o sí lo son? ¿o sí lo son? ¿o sí lo son? No lo sé, porque los gritos del cepillo de dientes me ensordecen la vista que cada tanto se obsesiona conmigo. lo recojo del suelo que brilla por la ausencia de sus cerdas sedosas y agonizante, sonríe por la mugre de mi sonrisa blanqueada con sangre. La esponja lamenta las pérdidas como tiene costumbre, poco a poco se aleja con su l...