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INSEGURIDADES

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Nado en una pileta de intestinos. Las tripas de los desconocidos me mantienen a flote en una constante lucha por querer viajar a las profundidades de esas entrañas. Envuelvo mis uñas con piel muerta para evitar tajear la lona que mantiene la forma de esto que desconozco. Y en el temor de que el líquido rebalse acudo a dar pequeños sorbos de nostalgia en una pileta llena de olor a pucho y desesperación. Un viejo atrapa sueños quita la mugre dejada por pesadillas que cada tanto sucumben entre los intestinos, endureciendo pensamientos que ahogan. La transparencia del líquido me deja ver en la profundidad un grupo de árboles que se desojan dando vuelta la página en una mente que se desdobla en consecuencias banales. ¿Qué hago nadando entre tripas ajenas? la quietud me prolonga el hastió que me comienza a provocar mi estadía aquí, contradicción que me hace querer salir a disecarme al sol. Lo intento con la inesperada reacción de ver un corte en mi cuerpo no cualquier corte, este es largo...

RESETEO

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Un bosque de humanos me limitó a contemplar la inmensidad de un ecosistema silenciosamente tóxico. Imperceptible a los movimientos, los cambios me precipitan a la muerte del cerebro. No me entrego a las negociaciones y desesperadamente me reprogramo con un ojo biónico que lee mi mente, la que se abstiene de perder mi último recuerdo humano. El horizonte me deja ver los cuerpos del bosque, amontonados unos sobre otros queriendo rodear al sol que decodifica una existencia  binaria, caduca, desactualizada. No soporto a la carne transustanciarse en algo que la tierra no reconoce, gritos de circuitos que intentan desconectarse de la naturaleza sintética del alma. En este bosque nada nace, todo se produce y ante la mínima desconfiguración se fotosintetizan escusas para seguir ensamblando humanos que carecen de sentido. Detrás del vidrio lo percibo así como te lo cuento, ¿Soy un fallado? o el ave que juega con el regador para distraer a su presa, es una ilusión. ¿Por qué un bosque de hum...

TOILET MENTAL

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Me intriga saber que puedo encontrar detrás de un espejo que se va agrietando con la condensada lágrima que se esconde en mi sonrisa. Solo dejo capturar mis cabellos cargados de caricias, entre los dientes de un resentido peine que revive una y otra vez los recuerdos morbosos de mi piel. Suavizo las grietas del tiempo con nutritivos lamentos envasados en corazones del pasado, que cada tanto laten sin permiso. Sonrío para contemplar la blancura de mis dientes, que mienten sórdidamente sobre el blanqueador que tiembla en mis manos. No son mis manos las que tiemblan. ¿o sí lo son? ¿o sí lo son? ¿o sí lo son? ¿o sí lo son? ¿o sí lo son? No lo sé, porque los gritos del cepillo de dientes me ensordecen la vista que cada tanto se obsesiona conmigo. lo recojo del suelo que brilla por la ausencia de sus cerdas sedosas y agonizante, sonríe por la mugre de mi sonrisa blanqueada con sangre. La esponja lamenta las pérdidas como tiene costumbre, poco a poco se aleja con su l...

ADIVINANZAS

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No encuentro una cicatriz que me identifique no logro hurgar con claridad las perforaciones de mi piel. Si solo entendiera los ruidos que cruzan por mi cabeza a lo mejor dejaría de ser tan silencio y trabajaría en llenar la risa de soledad. Contemplo añoro despojo espero, polvo respiro de mi mismo y la historia me plumerea para despojarme de lo suciamente perturbador. Vuelvo a pensar en el principio que deviene en heridas que van a surgir allí donde se que van a estar por que ese sentir no es algo del tiempo es algo de mi tiempo. Tomo uno por uno esos presentes y estropeó mi piel dejando que la sangre inunde mis sonrisas que gritan encerradas en mi espacio que no es el espacio de todos. Miro el camino como un juego de adivinanzas que no se jugar, por que adivinar es de mediocres leí en la caja del juego ¿Habrá sido una adivinanza? Pienso el lo absurdo de los sentidos que se licuan en mi cabeza ensamblando posibles finales ¿adivinanzas? Me rio bañado en sangre perdido en el aire me dejo...

UN EXTRAÑO

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Caminé cuarenta días y cuarenta noches sobre la arena, la tentación nunca se presentó a lo lejos solo se abrió una puerta. Sonrío a la arena a carcajadas mis demonios juegan con retazos de miembros que formaban un cuerpo No lo distingo Solo lo sufro. Imploro por la tentación, de alguna manera me completa sobre la brújula de una existencia perdida en el desierto. Imploro pecar para identificarme en un destierro infinito de culpas que no definen. Necesito ser el demonio, darme cuenta donde está la otra puerta la más perversa mi ángel. Desesperadamente me acomodé entre los granos de arena apretujados me silenciaron el aliento, sentí las pisadas de un extraño sobre mi cabeza. Lágrimas cayeron de un frasco repleto de puertas nutriendo mi piel fui succionado por él, contemplé entre puertas los despojos de mí. Me alejo y ya no distingo ese punto donde dejé el desierto me convertí en una puerta enfrascada por el extraño errante que el desierto no distingue. ¿Será la tentación? ...