DEPRESIÓN
La mañana me abre los ojos con el canto de un ave que huye al ver los gritos mudos de mi mirada. No alcanza a abrazarme el sol, que la calidez de mi piel se contrae al frio de mi alma. Solo la forma vaciada de lo humano se refleja en la realidad, nadie entiende de entrañas. Y me permito, solo seguir caminando por miedo a la misma muerte que deseo todos los días. Sucesión de días iguales, ritual silencioso que tiene el tiempo para invocar con linealidad al miedo, que se escabulle por los pasillos de la tristeza. Encerrándome en la habitación del pánico esta esclavizada mi vida, golpeada me observa con la mirada roja, y explotada en llanto me pide que la acabe. Sigue escribiendo en las blancas paredes ¿quién soy? Si no sabes quién eres, ¿que soy yo? Seré capaz de escapar y gritarme ¿dónde estás? o al esconderse el sol, mis huesos velarán mi inexistencia ahogada por mi exi...