DÍA 5: PEDRO
El silencio se vio interrumpido a las seis y media cuando el enfermero le acercó los medicamentos para la presión, la diabetes, y las vitaminas. El médico le había mencionado su preocupación la semana pasada, ya que no estaba respondiendo al tratamiento como él quería. Sutilmente le sugirió que llamase algún familiar para informar la situación y estar prevenidos por cualquier cosa. Sentado en la cama le preguntó por quinta vez al enfermero por el día y la hora. Para Pedro era un día especial para él, por qué recibiría visitas. El hombre lo miró y sin decir nada bajó la cabeza y le pidió que se vistiera, que no toleraría verlo caminar desnudo de nuevo por los pasillos. Encogiéndose de hombros no le dio importancia a lo que dijo y bajando despacio de la cama comenzó a llorar, recordando la vitalidad que el tiempo le había dado en préstamo, por el tiempo en que fue un honorable maestro de escuela, consagrado como directivo de una prestigiosa institución. Rogándole a su cadera ...