SOLO.
Mitigo en la cama la necesidad de moverme, sin embargo, la velocidad del tiempo me obliga a aplastarme cada vez más en la red de sábanas que tejí en la impaciencia de un cuerpo. La culpa me observa posada en la rama del árbol que tengo enfrente, el que observó por la ventana. Me sigue observando y el zumbido del viento, no se desquita con ella. La culpa anida en el techo de mi casa, la escuchó me hostiga me persigue, me recuerda que en algún momento el viento me dejara a la intemperie porque así lo quiere. Escucho como se alimenta de las alimañas que viven en el techo de mi casa. ¿mi casa? El viento no se siente fuera, se siente dentro llenándome de polvo, me acostumbré al miedo. mi casa no tiene cerraduras sin embargo, me siento preso. El ave canta con la melodía del silencio, no la soporto no la aguanto no la quiero.