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HUMEDAD.

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Humedad en la piel el sudor me sabe a poco, las escalinatas de tu columna vertebral me disparan a saborear las gotas que trasminas. Los otros enmudecidos tapan sus ojos con diarios viejos. Nos reímos del viento, acariciando la brisa de las murmuraciones, rozas tus amoralidades en mis piernas. Me acalambro en recuerdos que el tiempo borrará, mis retinas algo cansadas me piden más, pero sé que en cuanto las vuelva a cerrar tu rostro se habrá evaporado. Quedando atrapado en una masturbación mental observo cómo te difumas en el marco de la puerta. Impresa tú forma en mi cama preparo un trago boca a boca, intentando inflamar los restos olvidados de un fuego ocasional. Desnudo camino entre los otros manoseando cuerpos, expropiando de mi alma los intentos de viajar por los límites que configuran lo normal. Cabizbaja la humedad se evapora en miradas retorcida de antros recurrentes, no entiendo porque te fuiste y dejo entrar en mí la sequedad de las sonrisas. Me arranco l...

CAJAS VACÍAS.

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Una caja vacía y un libro sin escribir se disputan recuerdos, la pava rechina vapores húmedos que empañan los ojos de los ciegos y el té se enfría bajo el calor de un par de zapatos viejos. La cama acumula pilas de cajas vacías… duerme en cada una de ellas un cuerpo mutilado, escribiendo sobre papeles sueltos. Se asfixia. Despertando busca sus manos que se encuentras tiradas sobre una ventana rota, un camino de sangre une las vísceras desparramadas por todas partes ¡está vivo! grita el libro de hojas limpias. Se observa. Frankenstein toma aire en el mundo el cuerpo lleno de cajas vacías nunca salió de su hogar, solo escribe sobre el vacío de una pila de cajas que añoran salir de la cama. Escribe sobre hojas limpias. Un balde sin fondo recoge las tripas con un par de manos tiradas junto a una ventana rota y el camino de sangre se prolonga por una habitación sin lados donde el sol reseca la carne.   Frankenstein ha muert...

DIMENSIONES.

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En una dimensión conocida camino perplejo de belleza admirado de sustancias corro por el camino de cuerdas que canta mi tierra. Los colores impregnan mis estados con la facilidad de la memoria, abriendo las puertas que no se deben abrir. Nadie dijo que los colores se mezclan en la monocromía del tiempo. superando las fabulas a los valores voy desconociendo mi realidad donde todo perece, a la vista del hombre. Caído en dimensiones desconocidas la tierra me confiesa que no sabe de finales, llorando cosas maravillosas. Perdiendo me voy a un mundo ideal, en el que   existe una lámpara que todos quieren frotar. Las carcajadas de los otros hacen eco en la mente de un genio que juega con la muerte arrebatados en una atmósfera contaminada de metáforas. perforó mis tímpanos con el vasto desierto de los otros, ya nadie mira con los dientes, solo digitalizan emociones. Y así la concatenación de oxímoros se desvanece en arrastres ...

LA MÁQUINA.

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Una nota presume su perpleja identidad desconociendo la linealidad de su tiempo. La máquina rechina. Un artefacto sabe de su existencia. El aceite se escurre entre sus ojos, observando el mal olor de sus engranajes, oxidada en la arena anhela la carne que se descompone entre sus dedos. Deshumanizando sus probabilidades vectoriza su comportamiento. Se define por sí misma como un transistor que comienza a apagarse, y la naturaleza come a sus hijos entreteniéndose con la máquina. ¿conozco o sueño? Le pregunto la historia vomitando notas de perpleja identidad. Un dispositivo más en el mundo. Los otros observan la arena lubricando su lengua que se oxida por no decir nada, inmutables desean un alma que acaricie el acero para que la aplaste al suelo. La máquina anhela el canto que nunca tendrá los hombres desgarran su garganta la observan. El artefacto preso del hombre quiere dejar descendencia, pero no puede. sabe que sus cables...

TÉ VERDE.

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El té verde se enfría en la garganta de una virgen que contempla desde la ventana la caída de los santos. El dorado de la sierra se funde con los grises y la luna se esconde por los miedos de los hombres que toman té. Sonriendo los mudras se venden al mercado de la paz, manos lastimadas de agitar pañuelos que ahorcan muñecas, se contrabandean sonrisas se conquistan chakras. Pañuelos de colores destiñen arcoíris tatuadas en las inocencias petrificantes de sangre caliente, todos… todas… toman té verde para vibrar igual y los falsos profetas surgen de las pantallas. El cielo testigo de ese abuso dejas caer sobre ellos un valle de, lágrimas  odio placer angustia deseo… Todo es un cementerio colorido y de fácil acceso, las rejas del hombre te dejan flores plásticas y coloridos pañuelos. Los otros sacan la lengua contorneando la crema helada que no dejan chorrear la flor de loto se cultiva en juegos corporales transpirando té verde para bañarse con esa paz que infesta. Di...