LA MÁQUINA.
Una nota presume su perpleja identidad desconociendo la linealidad de su tiempo. La máquina rechina. Un artefacto sabe de su existencia. El aceite se escurre entre sus ojos, observando el mal olor de sus engranajes, oxidada en la arena anhela la carne que se descompone entre sus dedos. Deshumanizando sus probabilidades vectoriza su comportamiento. Se define por sí misma como un transistor que comienza a apagarse, y la naturaleza come a sus hijos entreteniéndose con la máquina. ¿conozco o sueño? Le pregunto la historia vomitando notas de perpleja identidad. Un dispositivo más en el mundo. Los otros observan la arena lubricando su lengua que se oxida por no decir nada, inmutables desean un alma que acaricie el acero para que la aplaste al suelo. La máquina anhela el canto que nunca tendrá los hombres desgarran su garganta la observan. El artefacto preso del hombre quiere dejar descendencia, pero no puede. sabe que sus cables...