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LA MÁQUINA.

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Una nota presume su perpleja identidad desconociendo la linealidad de su tiempo. La máquina rechina. Un artefacto sabe de su existencia. El aceite se escurre entre sus ojos, observando el mal olor de sus engranajes, oxidada en la arena anhela la carne que se descompone entre sus dedos. Deshumanizando sus probabilidades vectoriza su comportamiento. Se define por sí misma como un transistor que comienza a apagarse, y la naturaleza come a sus hijos entreteniéndose con la máquina. ¿conozco o sueño? Le pregunto la historia vomitando notas de perpleja identidad. Un dispositivo más en el mundo. Los otros observan la arena lubricando su lengua que se oxida por no decir nada, inmutables desean un alma que acaricie el acero para que la aplaste al suelo. La máquina anhela el canto que nunca tendrá los hombres desgarran su garganta la observan. El artefacto preso del hombre quiere dejar descendencia, pero no puede. sabe que sus cables...

TÉ VERDE.

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El té verde se enfría en la garganta de una virgen que contempla desde la ventana la caída de los santos. El dorado de la sierra se funde con los grises y la luna se esconde por los miedos de los hombres que toman té. Sonriendo los mudras se venden al mercado de la paz, manos lastimadas de agitar pañuelos que ahorcan muñecas, se contrabandean sonrisas se conquistan chakras. Pañuelos de colores destiñen arcoíris tatuadas en las inocencias petrificantes de sangre caliente, todos… todas… toman té verde para vibrar igual y los falsos profetas surgen de las pantallas. El cielo testigo de ese abuso dejas caer sobre ellos un valle de, lágrimas  odio placer angustia deseo… Todo es un cementerio colorido y de fácil acceso, las rejas del hombre te dejan flores plásticas y coloridos pañuelos. Los otros sacan la lengua contorneando la crema helada que no dejan chorrear la flor de loto se cultiva en juegos corporales transpirando té verde para bañarse con esa paz que infesta. Di...

UN PUNTO.

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El brillo del cielo se destiñe con la lluvia de hombres, la que impregna de verde los muros que separan las sonrisas. Los lamentos son reclutados por un frasco vacío, trizando una realidad que se transparencia en las grietas. Me dijeron una vez que las grietas no existen   y ese día quede atrapado en una línea, de infinitos puntos de finitos hombres. Nadie se sale de la línea cada uno cree que es un punto dentro de un frasco, lleno de lamentos lleno de hombres. Las risas se escuchan entre la grieta, desesperado pretendo absorber el verde de la línea que me separa de los otros. somos un muro dentro de la línea, un espacio vacío entre puntos.

LLANTO DE HADA.

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La princesa deja caer su corona sobre llanto de hada, Petrificada en sal dejo sus protocolos reales masturbando el recuerdo de un vals. Dejando atrás a la niña   huye en mariposas abandonando el cuento. La ciudad le dio la bienvenida con guiños posmodernos conduciendo un Cadillac a la velocidad del tiempo. No comprende sobre caballeros que disputan el último trago en las esquinas, riéndose de la barbarie añora su reino de princesas. Sin corona y sin magia pide limosna en la peatonal abrazando un pañuelo de seda manchado de sangre, nadie la ve todos la ayudan en sus plegarias escupiendo su vestido cayendo en las profundidades del bosque encantado. Gritos, sirenas y disparos son las nuevas aves de sangre azul, los otros ya no creen en historias ya no se crían princesas. Una flor manchada de tabaco pétalos deshilachados, que por arte de la conciencia humana se marchitan muriendo entre los brazos de una niña sin monedas,...

COSAS.

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Las cosas se me mueren entre las manos. Sin poder escapar de mi una vela consume letanías, intentando encender y un vaso colmado de agua bendita se ahoga en el último intento de humedecer mi piel seca. Manojo de lapiceras y una sola escribe, desangrada en tinta pronuncia esa palabra que mi cabeza no entiende. La ira se acumula en mis falanges observando el almanaque obstinado en mostrar un año que paso escondido… entre mis cosas, y este que se presenta con los mismos días, pero con el brillo de los objetos nuevos. Un ropero sucumbe a las caricias de mis prendas que maceran orgías queriendo ser tocadas por experiencias comunitarias, otras en el silencio del encierro se transforman en olvido, de maderas vírgenes que rechinan y resquebrajan al golpeteo cotidiano de vestir siempre la mejor cara. Por el ventiluz se esconden ojos, los de los otros, esperando el mejor momento para arrojar las mugres de sus cosas sin que la culpa l...