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AGONÍA

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Detrás de la ventana, La vida me arroja pequeñas piedras. No La escucho y lloro. Al pasar los años la sensibilidad del vidrio se hace presente, Me interpela, pregunta, Grita. El eco de sus palabras cansadas me retumba en la cabeza. El sol ya no es el mismo, el también se cansó. ¿Cómo lo sé? Sus rayos ya no son iguales, Yo tampoco. Y mientras el mugriento aire del afuera contamina Lo que puedo ver. Me sofoco en una habitación que se impregna de la nada, Esperando el momento de salir. Por la ventana.

EL SILENCIO, UN GRILLO Y LA NADA.

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En la silenciosa noche lo oscuro se ilumina Por miedo a preguntas sin respuestas. El grillo lo sabe y canta sin importarle. Arriesga lo poco que ha vivido en la oscura noche. La caverna platónica es un bar de placeres, Que se empeña en no ser reales. Todos se ríen en el vació de la noche. No se distinguen. Se conocen, No se tocan, Se escupen. Y las dicotomías de la oscura luz son aceptadas El grillo ya no canta Se lo tragó la alimaña. De la cual sólo se habla a la mañana, Donde la luz es más oscura aún.

NIÑA CON PELO DE MUÑECA VIEJA.

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Camina. Mira al cielo Ríe. Mira al cielo. Tropieza Con la mezquindad, Que la obliga a tocar la tierra. La saborea. Le llama la atención. Sus muñecas se pierden, En juegos de cementerio. El violeta de la piel, Se expresa en sonrisas sin dientes, Con ojos profundamente blancos. Cada noche crucifica un poco más, El ritual de tomar el té. Acompañada de amigos de mil mundos, Comparten pastelillos Del más asqueroso plástico. Abandonada en su diario Que se escribe en la piel, Levanta la mirada. El cielo es sólo eso. Cielo. Suspira. Toma la puerta. Lentamente se arma ¿Hola cómo estás? Le dice la ironía. Son cincuenta, Paga con cambio, Contesta una niña Con pelo de muñeca vieja.

BAÑERA OXIDADA

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Sumerjo en la bañera recuerdos, Solo eso. Sobre la avergonzada piel flotan. Son cuerpos descompuestos, Y en el denso vapor dejan marcado a fuego Los olores de momentos desesperados. El inodoro se ríe, observando como la mierda, Cae sobre los limpios azulejos. Te miran. Con el estropajo en la mano, La desparramas. No te das cuenta, La desparramas. En el silencio de un inodoro vacio, Comprendes que todo sigue limpio. Nunca se han separado de ti. Los mugrientos recuerdos, Que se dejan ver en la cristalina agua, De una bañera oxidada.
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Dos leviatanes disputan en el fango de sus inseguridades. El reino de los más ineptos, Se desase. La abuelita ríe a carcajadas, caperucita Tiembla sobre las baldosas de la inocencia, Mal parida. El lobo bocado por bocado la devora, Se indigesta, Vomita. Y en lienzo donde todos quieren tomar el te, La hipocresía realiza su mejor pintura. Los leviatanes la contemplan, susurran en secreto, Solo eso. Esperando a lo lejos que la abuelita deje de reír.