EFÍMERO




Nada es la palabra que impregna todos los objetos de mi habitación,
sin darme cuenta que me encuentro encerrado en la amplitud de todo lo que puedo ver pero no tocar.

Soy ese extraño que se extiende en un espacio de cuatro por cuatro tratando de observar,
contemplar el más allá de algo que no existe.

Irrumpo en limpiezas desesperadas,
en detalles especulados para que no quede rastro de la nada en los objetos que añoro.

Y así el tiempo me comparte unos mates sentado a mi lado, en mi cama, tocando mi pelo,
observando como no pasa nada en un espacio de cuatro por cuatro.

Me doy cuenta de lo que sucede y sin embargo insisto en limpiar todos los días esa nada que impregna las materialidades de mi habitación.

Observo cómo el sol sale de entre medio de las nubes iluminando la habitación de cuatro por cuatro,
dejando entrever debajo de los muebles, la mesada, la cocina, la silla, la cama.

Esos objetos que perdí, que me causaron dolor,
no los recojo
los dejo así
porqué ahí deben estar.

Toco la piedra que cuelga en mi pecho contemplando los ventanales de esta habitación, dejándome ver las aventuras qué suceden sin mi permiso.

Porqué del otro lado del vidrio todo es tan cambiante,
todo es tan efímero.

Dentro…
siento la pesadumbre, la densitud de algo que siempre sigue igual
porqué no puedo ser volátil.

Porqué no puedo convertirme en un vapor de piano, transparente,
expandirme por todos los recónditos espacios de esta habitación.

Dejar el espacio sabiendo que puedo evaporarme entre las rendijas de estas ventanas transparentes, que solo me dejan contemplar lo efímero de la existencia.

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