DE REPENTE




Hola buenos días
Que ¿cómo estas?

Desde la ventana puedo ver a la muerte sentada en el poste del alambrado,
con sus patitas en el aire
sonriente y expectante.

Del otro lado de la ventana
la contemplo con temor,
pensando si es el momento de nuestro encuentro.

El temor me inunda no por observar a la muerte sonriente en ese poste de alambrado,
sino por la pregunta que surge
¿estoy preparado para decirle adiós a los que amo a las que quiero a los que siento?

El miedo me inunda los pies,
pensando si habré hecho lo suficiente, amado a los que debería amar,
perdonado a los que debería perdonar
cumplido mis sueños.

Se abre el recorrido camino que deberían haber tomado mis piernas,
por haberme quedado en tierras conocidas y no Haber perdido el tiempo en experiencias sin historia.

Expediciones que me ayudan a vislumbrar estas tierras que a lo mejor nunca voy a conocer.

Miedo de no Haber abrazado a las personas que amo,
de no haberlas mirado a los ojos
robando instantes en lo no dicho...

Insultar las veces necesarias a estas experiencias, situaciones, personas, que hacen de mi existencia una pedagogía caduca.

Le tengo miedo,
al miedo mismo de haberme dado cuenta de que mi existencia no fue lo suficiente.

¿Soy suficiente?
suficiente para quien.

Para mí,
para vos,
para el
para todos.

El miedo vuelve a mis piernas
evitando que me mueva de esta habitación con espeso aire y color a muerte.

De vez en cuando las ventanas se abren y puedo sentir la brisa con colores libres,
quiero salirme de mi, decirle al mundo que existe 
que estoy aquí presente con la muerte al lado, tomados de la mano con una sonrisa,
sentados en el poste de un alambrado.

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