TOILET MENTAL
detrás de un espejo que se va agrietando
con la condensada lágrima que se esconde en mi sonrisa.
Solo dejo capturar mis cabellos cargados de caricias,
entre los dientes de un resentido peine
que revive una y otra vez los recuerdos morbosos de mi piel.
Suavizo las grietas del tiempo con nutritivos lamentos
envasados en corazones del pasado,
que cada tanto laten sin permiso.
Sonrío para contemplar la blancura de mis dientes,
que mienten sórdidamente sobre el blanqueador
que tiembla en mis manos.
No son mis manos las que tiemblan.
¿o sí lo son?
¿o sí lo son?
¿o sí lo son?
¿o sí lo son?
¿o sí lo son?
No lo sé, porque los gritos del cepillo de dientes me ensordecen la vista
que cada tanto se obsesiona conmigo.
lo recojo del suelo que brilla por la ausencia de sus cerdas sedosas
y agonizante, sonríe por la mugre de mi sonrisa blanqueada con sangre.
La esponja lamenta las pérdidas como tiene costumbre,
poco a poco se aleja con su lomo lleno de cerdas sedosas
brillantes de mugre.
¿de dónde vino esa mugre?
¿de dónde vino esa mugre?
¿de dónde vino esa mugre?
¿de dónde vino esa mugre?
¿de dónde vino esa mugre?
Sentado en el inodoro sigo preguntándome el origen de esas mugres que exterminan cepillos sedosos de dientes,
dejando caer mis constipadas incertidumbres,
observo las pérdidas de un inodoro que ya no aguanta el peso de las mierdas que escucha
en ese lugar que no reconozco.
¿tengo que ducharme?
¿tengo que ducharme?
¿tengo que ducharme?
¿tengo que ducharme?
¿tengo que ducharme?
En algún lugar de este lugar, leí que si
pero no recuerdo por qué.
pero no recuerdo por.
pero no recuerdo.
pero no.
pero.
me peiné para emprolijar mi mente,
cepillé mis dientes con la esponja que cada tanto se encapricha
en enterrar a los muertos del piso
y salí de ahí.
¿salí?
¿salí?
¿salí?
¿salí?
¿salí?
Sí,
salí de ahí
pero no me reconocieron.
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