DESGARRO.
deleite de la carne con la carne.
La lucha constante de personalidades desacabadas
brotan como manos de la tierra.
Mezquinas cuerdas que ciegan la mirada caminante,
de los buscadores de un oasis corporal.
Sobre partículas de piedra maltratada,
el tiempo hace su mejor trabajo
dejando enterrada por el viento,
la codicia de aquellos que no saben.
Kilómetros de polvo se acumulan,
sobre las pisadas de los que buscan trazar un camino
que agriete la arena.
Sin embargo, un serpenteo reptiliano
sucumbe a la compulsiva idea de seguir
mintiendo y sonreír.
No llueve,
el hombre no brota del barro,
se reinventa en autopartes recicladas del desierto,
olvidada por la carroña que merodea la arena.
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