MACHU PICCHU XXI.





La piedra cóncava y convexa
aparea muros,
tallando relieves con historia.

La sangre pule el granito y
los templos elevan desigualdades,
invocando dioses caprichosos.

Entre las gota de lluvia
el conocimiento socava la tierra y
no alcanza con las terrazas o los canales,
el maíz se deja caer
sobre civilizaciones que la muerte busca.

Vigía de sus acciones
el cóndor extirpa ojos para contemplar al mundo
que se despluma por falta de espíritus nobles.

El puma sufre el cautiverio del pueblo
que refleja sus opulencia en espejos de oro,
arrebatados de la tierra...
arrebatados entre hombres arrojados al barro.

La serpiente estudia al hombre y se quita la piel
para desemparentarse con la ignorancia,
que tiñe la ponzoña de la sabiduría.

El sol ha muerto,
las vírgenes no sacian para salvar a la luna,
abortando humanos incapaces de aprender.

Las ruinas se esconden por vergüenza,
eco de la verdad que rebota entre las montañas
tallando a gritos la piedra con formas que se olvidan.

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