ATRAGANTO.
El reloj atorado en la garganta, frena un reflujo de palabras. Cargadas de acidez carcomen las cuerdas vocales que enmudecen la voluntad. Pequeños sorbos de agua fresca no calman los dolores que irritan la sensibilidad de aquellas cosas que no tragamos. Los golpes en el pecho suavizan el dolor y quiebran la autoestima, arrastrada hacia los intestinos constipando el cuerpo. Un té de manzanilla es la esperanza de adormecer el dolor ancestral, que define las frustraciones de una nuez de adán lejos del paraíso. Respiro y los otros intoxican el aire gases frenéticamente incoloros. Dormidos los pulmones nos quedamos metabólicamente latentes, a la espera de espasmos de cordura que destapen las vibraciones de esas palabras atascadas. Tos con sangre lágrimas sin tinta, marcan el final de una vulnerada existencia. Ojos desorbitados y la vasoconstricción, estalla en oculares sin imagen. Nadie decide ayudar...