HUMEDAD.



Humedad en la piel
el sudor me sabe a poco,
las escalinatas de tu columna vertebral me disparan a saborear las gotas que trasminas.

Los otros enmudecidos tapan sus ojos con diarios viejos.

Nos reímos del viento,
acariciando la brisa de las murmuraciones,
rozas tus amoralidades en mis piernas.

Me acalambro en recuerdos que el tiempo borrará,
mis retinas algo cansadas me piden más,
pero sé que en cuanto las vuelva a cerrar tu rostro se habrá evaporado.

Quedando atrapado en una masturbación mental
observo cómo te difumas en el marco de la puerta.

Impresa tú forma en mi cama preparo un trago boca a boca,
intentando inflamar los restos olvidados
de un fuego ocasional.

Desnudo camino entre los otros
manoseando cuerpos,
expropiando de mi alma los intentos de viajar
por los límites que configuran lo normal.

Cabizbaja la humedad se evapora
en miradas retorcida de antros recurrentes,
no entiendo porque te fuiste y dejo entrar en mí la sequedad de las sonrisas.

Me arranco las uñas buscándote encerrado en otras paredes
aun así, el grito de la memoria no humedece mis ojos.
El temor a perderme en los otros endurece mis entrañas.

Mis latidos enflaquecidos no tienen la fuerza de los fluidos
que emanan de la conciencia.
Abro mi sustancia y ya no está la piel turgente,
grietas de salitrosos parajes convergen en inéditos pasillos de un alma que muere.




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