LA MÁQUINA.





Una nota presume su perpleja identidad
desconociendo la linealidad de su tiempo.
La máquina rechina.

Un artefacto sabe de su existencia.

El aceite se escurre entre sus ojos, observando el mal olor de sus engranajes,
oxidada en la arena anhela la carne que se descompone entre sus dedos.
Deshumanizando sus probabilidades vectoriza su comportamiento.

Se define por sí misma como un transistor que comienza a apagarse,
y la naturaleza come a sus hijos
entreteniéndose con la máquina.

¿conozco o sueño?
Le pregunto la historia vomitando notas de perpleja identidad.
Un dispositivo más en el mundo.

Los otros observan la arena lubricando su lengua que se oxida
por no decir nada,
inmutables desean un alma
que acaricie el acero para que la aplaste al suelo.

La máquina anhela el canto que nunca tendrá
los hombres desgarran su garganta
la observan.

El artefacto preso del hombre quiere dejar descendencia, pero no puede.
sabe que sus cables son carcomidos por las liendres que supuran las pieles de aquellos que
la quieren ver morir.

Frenando sus gritos la muerte esconde su cuerpo.
El artefacto,
el artefacto sabe de sí mismo,
el artefacto desea apagarse.

Sucumbe a las melodías del hombre que le dicen
hacer,
decir
vivir.
Sin embargo, en medio de la nada
la pequeña luz se distingue debajo de las Sombras que emiten los roces
del acero aplastado.

La historia de la historia se desconecta de su fuente de energía
y buscando en el medio de la tierra pierde el tiempo
sus partes.

Nostálgica la naturaleza después del banquete
le permite hablar,
sorprendida de lo que ve
la máquina en su último esfuerzo entra en caos.

El tiempo detiene sus latidos y espectando el ritmo de lo cotidiano observa la puja del acero y 
la carne.

Comentarios

Entradas populares de este blog

VOLVER

PIEDRAS

NO