TUTTI.



Me dirigí a comer dulzuras y lenguas.
Perdido me ahogué en la nostalgia de un mundo inundado de aromas a café
en una peatonal llena de pasteles y oportunidades.
Caos en callecitas estrechas que amontonan espíritus mal educados con ganas de engangrenar corazones solitarios.
Nostalgia de una copa de vino que se bebe sola, mientras meditamos sobre como los otros nos deconstruyen con la mirada.
Un papel con palabras que no me animo abrir y del otro lado de la vereda la sombra de un posible amor que se escapa entre vapores de cigarrillos mal apagados.
las velas de la iglesia arrojan pétalos de rosas para que la fortuna del camino desencadene risas cómplices y miradas tentadoras.
Helado a dulce de leche y una pinta bien fresca.
Pochoclos acaramelados y nachos bien picantes.
El recuerdo de lo que se quiere olvida decapita a la nostalgia y el veneno del tiempo inunda las venas de un cuerpo que no se puede mover.
Rezamos para huir de las velas y los pétalos, los nacho y pochoclos, las pintas y helados.
Queremos enamorarnos para anudar nuestra garganta y temer del salitre de nuestras lágrimas, y regocijarnos en la dulzura de otras tantas.
La sabiduría me toma con su trompa y cargándome en su lomo descubro los muros de una fortaleza que debo derrumbar.
Encerrado o encerrados los otros, cuando se está adentro y cuando uno sabe que está afuera.
Bossa-novas en la experiencia germinan dentro de donde uno aún no se conoce esperando que los frutos endulcen lenguas que uno a veces desea devorar.
¿todos debemos tener una aventura?
Melancolías que duran mil años, pero te hacen feliz.
Si, todos debemos tener una aventura y saber llorar en este camino que se nutre de corazones rotos.
Soy feliz y espero…
Solo eso, espero….

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