LA CARNADA



La carne sabe de su historia y se desangra en la orilla de algo.
Los gusanos huelen el temor y el pavor de la muerte abre el camino a las alimañas,
farolas bien blancas marcan una senda que la carne no percibe como propia y sucumbe a las trampas del tiempo.
La carne no tiene ojos
solo siente un contacto ausente que la hace supurar farolas de luz blanca.
Los otros escondidos en la luz borran con mutiladas manos las hojas de los libros
tus libros...
Detenida en la orilla de algo la muerte se quita la ropa manoseando almas.
En indómita quietud se tiñe de hambre y sufre.
Las alimañas acechan el instante y marcan el ritmo fúnebre de lo existido,
la carne lo sabe,
pero solo contempla las mutiladas manos de los otros que borran libros sobre farolas de luz blanca.
El corazón late pesado en el mazacote de carne que observa a la muerte buscar un camino.
La carne no tiene ojos, pero sabe lo que se viene.
las farolas se apagan sobre los ojos de los otros que enceguecen el silencio y se llaman por su nombre.
Arrebatada de la orilla los pies sin piel toman la carne
Extasiada muestra su dobles y encarnada la carnada se deja tragar por una muerte hambrienta.

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