PIEDRAS
La voluntad me prendió fuego en la casa de mis padres con la ilusión de poder llorar a esos muertos que no dejan de hablar sobre lágrimas, sobre mi. Llorando abrazo la almohada que recordaba los olores de aquellos llantos que me hicieron crecer. No sé lo qué siento en los arrebatos del alma, y respiro cuando el arrepentimiento me trae el paraguas al comenzar a llover piedras. Piedras… abrazos de piedras. Las piedras saben de esa pequeña historia que no concluye, solo no puedo darme cuenta del sufrimiento de las nubes que no quieren cascotearme. Piedras… abrazos de piedras no se que viene. Cuchareo con la incertidumbre toda la siesta porque el miedo no me deja seguir escribiendo. ¿Para que? Si, al fin de cuentas sigo siendo el mismo hombre que llora frente a la tv, comiendo culpas dulces porque las saladas nunca me gustaron. Inundando la habitación de mis cosas pendientes con objetos que nunca logré comprar en la impaciencia de mi existen...